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Monday, September 21, 2009

Mi Nuevo Invento o algo acerca del Autosabotaje.

Sé que soy observado. Sé que junto a mí hay miles de criaturas peludas con dientes podridos espiándome en cada una de mis actividades. Creen que no lo sé, creen que soy tonto, creen que no me doy cuenta que se esconden cuando volteo.

También sé que quieren poseerme totalmente. Sé que desean romperme todos los huesos para sacarlos y rellenar mi cuerpo con calcetines. Cuando duermo, no se dan cuenta en la obscuridad que tengo tres ojos abiertos… es entonces cuando los puedo ver.

Ellos provocaron estas ojeras, ellos alimentan mi depresión crónica y mis palabras enfermas. No soy yo, no lo soy. En realidad éstas palabras no son mías. No sé escribir, no sé pensar, y sé volar… Fueron ellos los que le regalaron a un ser volador la triste ironía del temor a las alturas. Soy estable, estoy cuerdo… pero ellos me enfermaron. Me mantienen en esta condición humana y creen que no lo sé…

Qué día, cada vez se vuelve más difícil estar colgado de las paredes, las lámparas y las personas para evitar que se acerquen demasiado los monstruos.

8735 días después, lo he decidido. Ya no quiero vivir huyendo de ellos. Voy a caminar sin miedo de pisar a alguno, voy a darme por vencido con las trampas que involucren elefantes morados y nanodragones carnívoros casi invisibles. Acepto a esas máquinas redondas forradas de pelo con dientes afilados. Permito que muerdan mis uñas, que me tiren el cabello, me doy permiso de ver a los enemigos como lo que realmente son: yo.

Soy… somos Ellos.

Corro al espejo y me veo, acechado por el resto de mis yos, ansiosos por hacerse de mí.

Presento mi nuevo invento: morir.

No me van a reconocer jamás.


Thursday, April 2, 2009

Mi Cajón de Calcetines.

“The river has more colors at sunset than my sock drawer ever dreamed of…”
-Ani Difranco

Alguna vez mi mamá me dijo que todos somos calcetines. Sencillos artificios inventados para proteger al pie. Nuestro cuerpo está hecho para proteger nuestras almas, espíritu, pensamiento o como le quieras llamar. Estoy en total acuerdo, salvo que para mí somos calcetines que contienen una mano. Para mí, somos títeres de calcetín.

Ayer, una mano salió de su calcetín. Y… es difícil decir adiós. Es difícil cuando en tan poco tiempo quedan tantos calcetines vacíos.

Me es más fácil decir “Hola”.

Podemos hundirnos en la pena de encontrar calcetines vacíos. Es válido, es entendible. Pero después de despedirnos debemos volver al saludo. Saludar todo eso que somos. Aprender a decirle “Hola” a todos los días, a todas las noches, a las posibilidades de que hoy tal vez aprendamos a levitar, o aprendamos a ver en la obscuridad. Decirle “Hola” a los amigos invisibles que te acechan, a los crujidos, ruidos y voces en las noches que suenan como sonaban esos calcetines ahora vacíos. Decirle “Hola” a ese cuadrado del que te enamoraste en tu condición de círculo… y agradecer por tener todo eso.

Tal vez en ese momento vamos a poder aprender a caminar en las nubes para dar un clavado en el ombligo del mundo. Fundirnos con él, incluirlo en nuestro teatro de títeres y, por fin ser todos parte de la historia.

Yo guardo mis calcetines vacíos en un cajón, lloro por ellos a veces, pero sonrío al recordar las veces que volamos y nadamos juntos. Tengo mi cajón de calcetines, los calcetines más bonitos jamás.

En mi cajón de calcetines guardo mis más grandes tesoros: Calcetines.